Tras los excesos de la moda punk surgió el movimiento new romantic, que se inspiró en estilos del pasado, como la Revolución francesa o los piratas del Caribe, con un toque kitsch que fomentó una imagen algo pastiche. En los 1980 surgió una nueva imagen para la mujer trabajadora, una mujer de éxito que entraba en las directivas de las grandes empresas, basada en un prototipo de amazona glamurosa que emanaba tanto poder como cierta sexualidad implícita, lo que se plasmaba en vestidos de holgadas hombreras, peplo ensanchado en las caderas, minifalda, medias opacas negras y tacones de aguja, así como complementos como los pañuelos de Hermès y la bandolera dorada de Karl Lagerfeld.